Natalia Sanín es una mujer que ha sabido labrar su camino en el mundo del entretenimiento y la comedia a través de una vida marcada por momentos de adversidad, superación y una inquebrantable determinación. Nacida el 11 de enero en Bogotá, su vida no siempre estuvo orientada hacia el humor o el entretenimiento.

Desde pequeña, Natalia enfrentó problemas de sobrepeso y un trastorno compulsivo alimenticio que, según sus propias palabras, aún sigue afectando su vida. Este aspecto de su infancia, aunque complicado, no ha definido la totalidad de su existencia, sino que se ha convertido en parte de su proceso de crecimiento personal y profesional.

A pesar de haber nacido en la capital, su infancia transcurrió en Villavicencio, una ciudad a la que llegó junto a sus padres, buscando un mejor futuro. Natalia describe con gran cariño y nostalgia estos primeros años en Villavicencio, pero también reconoce las dificultades económicas que su familia enfrentó.

Su madre, una mujer trabajadora y emprendedora, se dedicaba a vender buñuelos, empanadas y jugos en las calles, mientras que su padre trabajaba en la venta de maquinaria agrícola. Estas circunstancias limitaron las posibilidades de Natalia para acceder a una educación universitaria privada, un sueño que había alimentado durante su adolescencia.

Desde joven, Natalia aspiraba a ser abogada. La lectura era su gran pasión y su habilidad para comprender textos y analizar situaciones la llevó a soñar con estudiar derecho en una prestigiosa universidad en Bogotá.

Sin embargo, las limitaciones económicas hicieron que ese sueño se desvaneciera. “Yo siempre fui de escasos recursos, pero con ambiciones”, recuerda. Esta frase encapsula la esencia de una mujer que, a pesar de las adversidades, nunca dejó de aspirar a algo más grande.

Fue durante su tiempo en Villavicencio, y debido a un accidente que sufrió su padre, que Natalia se vio obligada a comenzar a trabajar para apoyar a su familia. Su primer empleo fue en una tienda de ropa, pero pronto se dio cuenta de que su amor por la moda hacía que todo su salario se destinara a la compra de prendas, lo cual no ayudaba a cubrir las necesidades económicas de su hogar.

Sin embargo, este periodo marcó un punto de inflexión en su vida, pues fue entonces cuando comenzó a descubrir su talento para el humor.

Natalia recuerda cómo solía imitar a sus profesores y hacer reír a sus compañeros de clase, un talento que llamó la atención de Rogelio Gómez Díaz, un periodista de Villavicencio que vio en ella un gran potencial.

Fue este periodista quien le ofreció la oportunidad de trabajar en radio, marcando el inicio de una carrera que, aunque en ese momento parecía ser solo un trabajo para sobrevivir, se convertiría en su verdadera vocación. Con un salario de 20,000 pesos y almuerzo incluido, Natalia empezó a desempeñarse en el mundo de la radio, imitando voces y creando personajes que la catapultaron al éxito local.

El humor de Natalia es único, cargado de sátira y de un toque muy personal que ha conquistado a su audiencia. Su capacidad para crear personajes entrañables como “Doña Ruca”, una pensionada viuda con ganas de conquistar a hombres más jóvenes, o la “Doctora”, una española que representa la imagen clásica de una mujer culta y refinada, la ha convertido en una de las humoristas más queridas de Colombia. Estos personajes, según Natalia, nacen de su capacidad de observación y de su talento para imitar a personas reales que ha conocido a lo largo de su vida.

Uno de los aspectos más interesantes de la carrera de Natalia es su versatilidad. Aunque es reconocida principalmente por su faceta de humorista, también ha incursionado en otros campos como la imitación de personalidades políticas y del entretenimiento.

Su imitación de la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, por ejemplo, ha sido muy popular, aunque Natalia confiesa que no la realiza con frecuencia para evitar entrar en temas políticos que puedan resultar divisivos.

Su participación en el programa **MasterChef Celebrity**, transmitido por el Canal RCN, fue un punto de inflexión en su carrera. Gracias a la recomendación de su amigo y también humorista, Janotti, Natalia tuvo la oportunidad de participar en este reality show, lo que le permitió mostrarse ante una audiencia más amplia y abrir muchas puertas en el mundo del entretenimiento.

Sin embargo, su paso por MasterChef no fue fácil.

En una entrevista, Natalia reveló que sufrió enormemente durante el programa debido a su trastorno alimenticio. La presión de estar constantemente rodeada de comida y la competencia en sí misma fueron retos significativos, pero también le permitieron conocerse mejor y demostrar su fortaleza.

Con una carrera de más de dos décadas en los medios, Natalia ha demostrado que la perseverancia es clave para alcanzar el éxito. “Llevo 23 años pedaleando para que esto pasara”, comenta refiriéndose al reconocimiento que ha ganado en los últimos años.

A pesar de las dificultades y los momentos de incertidumbre, siempre ha mantenido el foco en sus objetivos, logrando consolidarse como una figura clave en el humor colombiano.

Uno de sus logros más recientes es el show de comedia **Tengo 40**, un espectáculo que nació de la mano de su esposo, Juancho, quien ha sido su mayor apoyo en este proyecto y en muchos otros aspectos de su vida. “Él es mi gran apoyo en todo, emocional, económico, en todo”, confiesa Natalia.

Este show, que celebra su llegada a los 40 años, es una combinación de humor y música que ha resonado profundamente con su audiencia. A través de este espectáculo, Natalia recorre su vida desde su infancia hasta la actualidad, tocando temas que van desde su crianza en Villavicencio hasta su paso por la radio y la televisión.

Con una mezcla de nostalgia y humor, **Tengo 40** ha sido un éxito rotundo, no solo en Bogotá, sino en muchas otras ciudades del país. En el show, Natalia incluye un DJ en el escenario para acompañar su recorrido musical, haciendo que el público se sienta identificado con las canciones que marcaron su juventud y su vida adulta.

Este espectáculo ha sido una muestra más de la versatilidad de Natalia y de su capacidad para conectar con la audiencia de una manera única y auténtica.

A pesar del éxito que ha alcanzado, Natalia sigue siendo una persona humilde y consciente de los retos que la vida puede presentar. Uno de sus mayores temores, según confiesa, es la enfermedad. “Le tengo miedo a una enfermedad que me imposibilite o que me frustre lo que está pasando conmigo en este momento”, admite.

La idea de perder su voz o su capacidad de pensar la aterra, pues su carrera y su vida están profundamente ligadas a su habilidad para comunicarse y hacer reír a los demás.

En definitiva, la historia de Natalia Sanín es una de lucha, resiliencia y éxito. Desde sus humildes comienzos en Villavicencio hasta convertirse en una de las humoristas más queridas de Colombia, Natalia ha demostrado que con talento, perseverancia y un buen sentido del humor, es posible superar cualquier obstáculo y alcanzar los sueños más ambiciosos.